martes, 20 de mayo de 2008

La Real Excelencia del Puro Cubano en el Evento de Puro Arte

Por Helga Montalván
Foto: Elsa Galup
Entre las exposiciones que integran las muestras en competencia y de promoción del Evento Puro Arte, Pasión por la Artesanía, insertadas en diversos espacios de la ciudad de Matanzas, destaca la ubicada en la Galería Pedro Esquerré, en la cual se aprecia una especie de recorrido por las mejores propuestas presentadas en anteriores ediciones de este evento de carácter anual.
Antología de Puro Arte, como se denomina la misma señala su impronta por el virtuosismo que emana de las obras que la conforman.
En el transcurso de estos años hemos visto los salones competitivos de Puro Arte, espacios de abrumadora representatividad de las producciones realizadas en nuestra provincia por sus artesanos y artistas, referentes a los cuidados de todos los atributos del conocido como “puro cubano” y su consumo; y el cómo este se manifiesta desde su presencia en la tradición y la vida actual del ser cubano.
Estas obras, denotativas de una estética perfilada en su visualidad, esbozaban más allá de la representatividad del humidor y sus diseños decorativos, la inclusión de manifestaciones aparentemente no afines pero que incidían en el evento con una impronta que afianzaba un derroche de sensibilidad y belleza visto en los diseños de vestuario y fantasía, el trabajo con los recursos del mar, la cerámica, la talla en madera, entre otros que definían el encuentro como una oportunidad totalmente renovadora.
Esta exposición recoge los principales premios dados en los salones desde los años 2001 al 2007, reúne además los otorgados en las manifestaciones de pintura y fotografía, siendo representativo el trabajo en madera y teniendo como exclusividades el metal, los trabajos con recursos del mar y la joyería.
Este resultado brilla por su exacerbada elegancia. Los objetos artesanales escogidos para este salón resaltan por su excelencia. Tal gracia es al fin tangible en este espacio donde la obra se instaura desde su absoluto valor estético, enriquecido admirablemente por lo funcional.
El trabajo del detalle exquisito, la fluidez de la imaginación y el buen gusto son los elementos que hacen a estas obras. Es imposible dejar de mencionar la maestría innegable de Desafiando el tiempo y la realeza que alcanza Homenaje, ambas de Jorge Duménigo, el preciosismo de Servidor de Carlos L. Tápanes, la rotunda presencia del conjunto Montecristo de Gilberto Rodríguez, que nos remonta a las leyendas de nuestro mar Caribe; la reproducción factual por Alfredo López de la Casa del Tabaco en pequeño formato, matizada por la devoción al detalle. La presencia de Tabaco y Ron, calor cubano, que emplaza una suerte de nostalgia y traslocación cultural al convertir con el ingenio particular de Dagoberto Ávila y Julio Vizcaíno, una estufa en mueble humidor y bar, dejando al juego y la inventiva otro de sus tantos logros.
Estas obras resaltan por un poder que ejercen desde la nostalgia, a partir de emplazar zonas del pensamiento de nuestra historia legendaria, de los objetos de su ambiente, de estos signos que matizan nuestro proceso cultural y convergen en el cómo aquí todo tiene que ver, también, con el tabaco.
Es de agradecer la idea de esta exposicisión, que nos permite ver y apreciar con gusto lo mejor del hacer de nuestros artesanos.

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