viernes, 16 de mayo de 2008

De las relaciones pasionales entre el arte y la cultura

Por Helga Montalván

Puro Arte: Pasión por la Artesanía es un evento que viene desarrollando la sede de la ACAA en Matanzas y tiene en su haber ya seis ediciones, las cuales han ido provocando la eclosión de perspectivas cada vez más altas debido al sonado boom que logra el imbricar lo que más vale y brilla de sus artistas a escala nacional de todas y cada una de sus secciones, además de conferencias, colecciones y coleccionistas, todo relacionado a la cultura del tabaco en Cuba. Aunque esto se ha hecho ya una cuestión cotidiana. Intentemos entonces definirlo en sus aspectos más generales.
Una de las primeras y necesarias preguntas sería el por qué surge este evento precisamente en Matanzas. Sabemos que el fuerte de esta zona geográfica más que la producción del tabaco es la del azúcar y los movimientos comerciales que propició su amplia bahía de bolsa con la vida puertoaria en la costa norte. Estos son los condicionamientos económicos que provocan en la región desde el siglo XIX la vida y la memoria cultural sedimentada en esta parte de la isla y su realce. Las causas del evento actual están supeditadas a la cuestión del comercio, pero en las condiciones que los finales de siglo XX e inicios de este ha implantado el desarrollo del turismo en la conocidísima playa de Punta de Hicacos: Varadero.
Como todos sabemos, los años noventa reajustaron no pocos de nuestros sistemas de relaciones en la vida pública y en los niveles más urgentes del cotidiano. Para los matanceros, Varadero fue y es un arma de doble filo, pues a la vez que se convierte en una fuente importantísima de trabajo y dividendos personales, contiene el peligro de la caja de Pandora de desvirtuar y remover los signos culturales por las movidas de la oferta-demanda, respondiendo a una cultura de consumo y no a la que está enraizada por tradición en la conciencia colectiva de la localidad.
Para los artesanos fue y es el mercado principal y hasta hace poco único, pues es ahora con el trabajo social de la asociación que se van insertando en la ciudad como espacio tradicional.
Por otra parte, las difíciles condiciones que impone el mercado turístico de productos souvenir ha provocado la producción de objetos que también asumen ciertos elementos donde se prestigia lo concebido en la imagen promocional como folclórico y que no siempre responde a su concepción real, además de la acumulación de otros que tiene que ver más con apropiaciones culturales que en ocasiones se permea con elementos provenientes de una estética populista vinculada a lo urbano.
Dentro del amplio background de estas producciones mejores y peores, se ha ido imponiendo la absoluta verdad del mercado por la dinámica de la oferta-demanda. El mito exótico de la isla: tabaco, ron, mulatas; condicionó que se establecieran como constante todos los productos referidos a estos, especialmente los que se afiliaban al uso del tabaco y entre ellos, el del humidor de modo particular. Sin ser la zona de producción del producto primigenio, se convierte en la zona lógica de sus accesorios.
Es este fenómeno el causante principal del surgimiento de Puro Arte, pues es precisamente aquí donde artistas y talleres se especializaron en este universo de objetos para su uso, con propuestas en ocasiones complejísimas de altos niveles creativos a pesar que esta experiencia no tiene más de diez años como oficio y ejercicio, lo cual pondría en duda su sentido tradicional; pero esto no confirma una falta sino un logro. Resulta destacable por lo loable de lo alcanzado en las producciones exquisitas salidas de las manos de sus hacedores matanceros, representadas en nombres como: Alfredo López, Gilberto Rodríguez, Dagoberto Ávila, Lázaro Mejías, Heriberto Montes de Oca, Ernesto Carmona, todos profesionales y otros aficionados como Julio Vizcaíno, estos entre muchos.
Los Salones Provinciales de Artesanía fueron definiendo este fenómeno específicamente comercial en planos institucionales de manera rotunda. Quienes visitan asiduamente sus ediciones, convendrán en su presencia vista en número y calidad. Su demanda es tal, que no solo se advierte el trabajo en madera sino además en piel, metales y demás manifestaciones; disímiles formas supeditadas siempre a su función y al mito mismo del tabaco.
Las ágiles miradas de los organizadores del evento en la sede deciden en un inicio dedicarle a estas producciones un salón competitivo por su amplia presencia, que en el decursar de los años y el desarrollo logrado despliegan perspectivas más sagaces respondiendo de modo general a uno de los aspectos fundamentales de este proceso esencialmente social y comercial, que refiere el devenir histórico, económico y cultural entendido como denotante en el proceso de conformación de la nacionalidad.
Las proyecciones que el evento ha defendido están basadas en la presencia del fenómeno histórico y cultural aún fuera de la provincia y la concurrencia de los sucesos actuales que configuran la necesidad de la producción de sus objetos de uso en la zona que la genera, con un espíritu de inserción e inclusión. Se realiza un salón competitivo de artesanía y otros específicamente artísticos en las prácticas pictóricas y fotográficas, intentando abarcar un panorama visual que lo instaura como icono cultural y su presencia cotidiana. Esto se afianza en los desfiles de moda que se organizan con lo que más vale y brilla del diseño de vestuario local y nacional, vistas en funciones espectaculares en el Teatro de la ciudad.
Además, en las últimas ediciones de esta noble pasión, se insiste en llevar al evento al espacio social como fiesta popular, prestando todo tipo de ofertas que van desde espectáculos musicales hasta trabajos en vivos, intentando abarcar todos los estratos presentes en el marco social.
Va conformando entonces un tejido que convierte este suceso en un macroevento, sustentado en la base de encuentros entre públicos y conocedores del tema en aspectos culturales, históricos y artísticos, con personalidades de valía en la cultura nacional e investigadores de estos temas, el cual es sin lugar a dudas, el momento que confiere más legitimidad y compromete nuevos desafíos.
Los salones de artesanía demuestran la fe de las expectativas de los artesanos con el evento. Aquí se han presentado obras de innegable y exquisita maestría en técnicas que van desde el trabajo en madera, hasta los que refieren la hechura en piel, con recursos del mar, con metales, todas de muy buena factura y notables en los grados de creatividad. No puedo dejar de mencionar las réplicas en pequeño formato que este salón ha tenido en su haber como lo son el caso de El Capitolio y otra obra Sin Título que imita la Casa del Tabaco cita en Varadero, piezas en las que se hace latente el sentido de lo histórico y la impronta actual, y su madurez indiscutible en los aspectos que las definen como objetos vinculados a la conservación y consumo del tabaco.
De ahí se muestra la fuerza particular que estas dos últimas ediciones suponen. Estos son espacios de intercambio y conocimiento, de aprehensión de un fenómeno particular que nos caracteriza como imagen ante el mundo por su rol como producto económico del país.
Para próximas ediciones, el evento promete concentrarse más en el compromiso sustentado en los intereses de asociados y público, presupuesto primordial de la asociación.
El reconocimiento social y artístico que insiste captar el evento carece de raíces venidas de una memoria cultural local, pero esta está en constante mutación y las condiciones actuales señalan otros caminos advertidos por los artesanos que se insertan en el pensamiento social y generan otros tipos de comportamientos que calan en el imaginario colectivo.
Puro Arte es sin dudas un evento necesario, condicionado por situaciones particulares que condicionan este empeño, afianzado en aspectos esenciales que propician el logro de sus proyecciones, basadas de modo especial en el intercambio de conocimientos y experiencias, y sean precisamente éstas las que definan su rol como núcleo de referencia si de arte y cultura se trata.

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